Una noche que llovió, ¡zas! cayó de golpe como el 90 %. Parecía la jaima de Hassan II.
Probé chinchetas. Se caían en seguida, nada.

De momento, para poder ver, cogí unos pulpos y los atravesé de sujetamanos a sujetamanos. Ver se veia; pero el efecto era deplorable.

El otro día, probé otra cosa.

Cogí una grapadora industrial (que me había servido para retapizar unas sillas) y zas, zas, zas, chimpún, le metí un montón de grapas al techo. No ha quedado perfecto (claro, se ven las grapas) pero tampoco ha quedado tan fatal. Desde fuera ni se nota (claro). Desde dentro... pues sí, se nota, la verdad sea dicha...
Ciertamente, lo tendré que llevar a algún sitio. Pero por ahora, y vistas mis nulas habilidades mecánicas y manuales en general, me he quedado satisfechísimo.
De premio, me he hecho Madrid Bilbao de una tirada y; caramba, es que parecía como cuando lo compré hace 22 años.¡Vaya coches! ¡Como los de ahora, sí; que se suban aquí...!
¡Vamos, que hasta me voy a poner un vermú y todo, para celebrarlo! Y con patatas fritas, a la porra la dieta.
Saludos.