En Japón, la gente ya no usa el carsharing para conducir, sino para tener un sitio para dormir o recargar el móvil

Coches y motor en general
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TheShadow
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En Japón, la gente ya no usa el carsharing para conducir, sino para tener un sitio para dormir o recargar el móvil

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Cada vez más usuarios de apps de carsharing usan el coche para dormir o para otras tareas, como un "espacio privado" en vez de conducirlo
El carsharing puede suponer toda una revolución en el sector automovilístico, e incluso cambiar la percepción que tenemos de los coches. Puede que, en el futuro cercano dejemos de comprar coches; si necesitamos uno, sólo tenemos que pedirlo con una app. Incluso esto nos permite elegir el tipo de vehículo que queramos para cada necesidad. No es de extrañar que hasta los fabricantes estén invirtiendo en este tipo de servicios, como Seat.

Sin embargo, al cambiar el modelo de negocio (de vender coches a alquilarlos temporalmente), puede que la industria también esté fomentando nuevas prácticas. Japón suele ser una ventana al futuro, y si nos guiamos por lo que ya están haciendo los usuarios de allí, puede que las apps de carsharing acaben no solo con la noción de la necesidad de poseer un coche, sino también una casa.

Pedir un coche para dormir, la moda en el carsharing en Japón
Es algo que descubrió el operador Orix Auto repasando los datos de uso del verano pasado; para su sorpresa, resulta que muchos de sus 230.000 usuarios registrados nunca condujeron el coche que pidieron. En efecto, usaron una app de carsharing para pedir un coche… y dejarlo ahí. Extrañados, decidieron comprobar los registros de los kilómetros recorridos por los coches pedidos, y en efecto, un alto porcentaje de los vehículos había pasado el periodo de alquiler sin moverse del sitio.
Según informa el periódico japonés Asahi, este no es un fenómeno exclusivo de esta compañía, y otros servicios de carsharing reportan casos similares. El problema para una empresa como Orix es que no saben qué están haciendo los usuarios; sólo que piden el coche, lo dejan ahí y pagan cuando terminan. Hizo falta una investigación de Times24, una gran empresa de alquiler de coches, para descubrir lo que estaba pasando: los clientes estaban usando los coches para otras funciones de su vida diaria.

Un coche alquilado por una app de carsharing puede permanecer aparcado en una zona durante cierto tiempo; es algo que cada vez más gente aprovecha para usar el coche como una casa temporal. Por ejemplo, si tumban los asientos pueden echarse una siesta en la pausa del trabajo sin llamar la atención entre sus compañeros; o incluso pueden trabajar de manera telemática con un portátil y una conexión. El maletero de un coche puede cumplir las funciones de una taquilla para guardar bolsas o las compras que haya hecho, si no encuentra ningún otro sitio para ello.

¿Qué nos dice del futuro?
Los precios son lo suficientemente bajos (400 yenes por media hora, algo más de 3 €) como para que cada vez más gente alquile coches para conseguir algo de privacidad; hay gente que pide un coche sólo para comer un bento (raciones de comida en caja) que haya comprado en una tienda cercana, porque no tiene ningún otro sitio para comer con tranquilidad. Los coches se han llegado a alquilar sólo para recargar el móvil, algo que fue muy común en 2011 por el gran terremoto y tsunami que impactaron al país.
Como estos servicios funcionan las 24 horas del día, en muchos casos son más prácticos y baratos que alquilar una habitación; los coches se suelen recoger en un parking, por lo que el cliente no tiene ni que cambiarlo de sitio para usarlo. Por lo general, las compañías no prohíben el uso de sus coches como “espacio privado”, aunque eso no significa que lo fomenten; no solo por la imagen que dan, sino porque no ganan tanto dinero por prestar el coche sólo media hora que por un viaje largo. También está el problema de dejar el motor arrancado con el coche parado, algo que no ayuda precisamente a las emisiones.

Este es un caso curioso, de cómo los usuarios cogen un servicio que parece simple y lo adaptan a sus necesidades, pero también puede ser un adelanto de lo que está por llegar; especialmente en grandes capitales, donde el coste del alojamiento y la vivienda sigue subiendo.
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